Cuando era pequeño me distraía con facilidad en la escuela mientras el profesor pasaba la materia en la pizarra. Como consecuencia, el contenido de la asignatura quedaba incompleto en mi cuaderno. Sin embargo, había una solución que me parecía ¡una tortura! Tenía que conseguirme la materia con mis compañeros y ponerme al día escribiendo plana tras plana. Siendo sincero, mi madre al verme en esa situación, con un deseo sincero de ayudarme, escribía por mi el contenido que restaba. Un día el profesor nos dio la tarea de hacer algunas caligrafías para mejorar nuestra escritura. «No otra vez, ya no quiero escribir», pensé. Lo primero que hice al llegar a mi casa fue buscar ayuda con mi madre. Ella se ofreció a escribirme todas las planas de caligrafía que me habían mandado (esta era una oferta que no podía rechazar). Al siguiente día llegué contento a la sala de clases. Me sentía “responsable” al traer mi tarea hecha. A pesar de todo, no pude burlar a mi profesor. Se había percatado que la caligrafía en mi cuaderno no era mi letra, por lo que me ofreció una opción antes de calificarme; hacer una nueva caligrafía y terminarla en clases. ¡Eso sonó espectacular para mi!, aunque había una pequeña-gran lección detrás de la propuesta; tenía que copiar en toda la hoja la siguiente oración: “mi mamá no debe hacer mis tareas”. Qué irónico ¿verdad?
Cuando vamos a la Biblia Pedro nos dice que estamos llamados a soportar toda clase de desprecios e injusticias como lo hizo Jesús (1 Pe 2:21) intentando resaltar el ejemplo perfecto de vida que nos dejó. Constantemente se nos anima a poder replicar su modo de andar en esta tierra, inclusive como una muestra genuina de comunión con él (1 Jn 2:6). Lo interesante es que en 1 Pe 2:21 el término griego que se usa para la palabra “ejemplo” tiene el significado literal de “escribir debajo”; como si de copiar una carta se refiriere —o en este caso— una a caligrafía. Jesús ha proporcionado un modelo perfecto de vida, conducta, servicio, compañerismo y amor que es necesario copiar fielmente; así como el alumno reproduce el patrón que establece el profesor. Sé que en las aulas de clases está prohibido copiar, pero en este contexto ¡está permitido! Esforcémonos cada día en ser personas que buscan replicar de forma íntegra el ejemplo que nos ha enseñado nuestro gran Maestro.