No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Isaías 41.10
No he disimulado el gusto y atracción que me provoca la bicicleta. Y este verano, decidí rendirme a ella.
Había estado pensado una ruta para conmemorar mi cumpleaños, y casi de manera espontánea, apareció Concepción – Quillón (puede revisar un resumen cliqueando aquí).
Hoy recuerdo, y vuelvo a sentir la velocidad de las pendientes, la brisa y el frescor de los sectores con árboles. Las detenciones para comer o beber algo. La tranquilidad que conseguí al recorrer los caminos, solo y sin apuros.
Pero el viaje, no fue solo eso. También están los opuestos, el contraste.
Calor, sed, cansancio, cansancio, cansancio. Incluso en un sector de la ruta, una jauría de perros salió con un ¨mal espíritu” intentando alcanzarme. Pedalee con vigor y fuerzas, hasta dejar de oír los ladridos, pero acrecentando la intensidad de la respiración, del pulso.
Al llegar a destino, sentí la emoción y satisfacción que deja el trabajo bien hecho, la obtención de lo soñado.
Apreciadas y apreciados miembros del CADEC.
Pienso que la vida, su vida, nuestra vida es muy parecida.
Recorremos y pasamos por estados de frescor y tranquilidad. Espacios de tiempo de bonanza y crecimiento. Momentos en los cuales, simplemente, somos felices y plenos.
Pero, de pronto aparecen los contrastes.
Carencias, duelos, abandono, impotencia, frustración, distancia… Momentos que han (hemos) debido enfrentar “cuesta arriba”.
¿Es difícil? ¿Cansador? ¿Son las fuerzas suficientes? ¿Abandonamos? ¿Renunciamos? ¿Pedimos que “pase de nosotros esta copa”?
Queridas y queridos.
Esto es y será así. Ahora bien, ¿dónde o en quién, buscarán sostén cuando no queden fuerzas? (Piense por favor, una respuesta)
Les dejo mi respuesta, mi única opción:
“Mi cuerpo y mi corazón desfallecen; pero la roca de mi corazón y mi porción es Dios, para siempre”
Salmos 73:26
Dios les bendiga y les guarde.
