“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Mateo 6:24
Está claramente escrito en el corazónirregenerado y en el mundo caído: “Todosprocuran lo suyo propio”. El egoísmo es lagran ley de nuestra naturalezadegenerada. El egoísmo ocupa en el almael lugar donde Cristo debería estarentronizado. Pero el Señor requiereperfecta obediencia; y si verdaderamentedeseamos servirle, no habrá dudas ennuestra mente acerca de si vamos aobedecer sus requerimientos o si vamos adedicarnos a nuestros interesestemporales.El Señor de gloria no consultó suconveniencia o su placer cuando dejó sualto puesto de comando para convertirseen varón de dolores experimentado enquebranto, para aceptar la ignominia y lamuerte a fin de librar al hombre de lasconsecuencias de su desobediencia. Jesúsmurió, no para salvar al hombre en suspecados, sino de sus pecados. Debemoseliminar el error de nuestros caminos,tomar nuestra cruz y seguir a Cristo,subyugar el yo y obedecer a Dios acualquier costo.Los que profesan servir a Dios, pero enrealidad sirven a las riquezas, recibirán sucastigo. No se justificará a nadie quedesobedezca para lograr gananciasmundanales. Si Dios tuviera que excusar auno, tendría que excusar a todos. Los quedesprecian las expresas instrucciones deDios para lograr ventajas personales, estánacumulando ayes para el futuro de susvidas. Cristo dijo:
“¿No está escrito: Mi casa será llamadacasa de oración para todas las naciones?Mas vosotros la habéis hecho cueva deladrones” (Marcos 11: 17). El pueblo de Diosdebería investigar cuidadosamente si noha hecho un mercado de la casa de Dios,como los judíos de antaño.Muchos han caído en el pecado desacrificar su religión por causa de lasganancias mundanales, conservando unaforma de piedad, pero con la mentepuesta por completo en el logro deventajas temporales. Pero la ley de Diosdebe ser considerada prioridad absoluta,y debe ser obedecida tanto en el espíritucomo en la letra. Jesús, nuestro granejemplo, nos enseñó la estricta obedienciamediante su vida y su muerte. Murió, eljusto por el injusto, el inocente por elculpable, para preservar el honor de la leyde Dios, y al mismo tiempo impedir que elhombre pereciera totalmente…Dios no le ha quitado nada al hombre delo que puede promover su felicidad yasegurarle las riquezas eternas. Harevestido de belleza la tierra, y la haprovisto de todo lo necesario para elbienestar del hombre durante su vidatemporal (Sings of the Times, del 2 dejunio de 1887)
Danny Sánchez Changoluisa
Pastor institucional
Colegio Adventista de Concepción
Nivel parvulario – básico