Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. 2° Corintios 4: 6,7
Hace algunos días, me comentaron que estaba circulando en las redes sociales un reclamo directo hacia nosotros, hacia el CADEC.
Pude ver el texto – duro por decirlo menos- y detenerme a pensar algunas cosas, a reaccionar primero desde adentro.
Entre las cosas que le respondí a quien me “contó y mostró la noticia” fue ¿Con cuántas personas usted ha compartido esto? Ante lo cual, la respuesta fue:
– Con nadie
Ahora bien, es conveniente decir que:
- En el texto no se mencionaba Colegio Adventista de Concepción, solo Colegio Concepción.
- La madre declaraba haber retirado del colegio al estudiante. Al revisar nuestro libro de registro, no figuraba retiro en el curso citado.
- El texto de la publicación era acompañado por la foto de un niño con uniforme escolar diferente al nuestro.
- Dentro de las entrevistas registradas hasta el momento, no figuraban registros alusivos al curso citado.
Pienso, cuántas personas accedieron a este “reenvío”, y a la vez, pienso cuántas personas “reenviaron” este mensaje, sin mayor complicación. No lo sé, es un misterio.
Apreciada y apreciado miembro del CADEC, me permito apelar y pedir lo siguiente:
1.- Tener presente en nuestras oraciones, las relaciones que día a día se suscriben entre niños y jóvenes. Aquellas que se dan entre adultos y aquellas que se afianzan entre nosotros. Pedirles que nuestro Dios nos dé templanza, tacto y sabiduría. Sabiduría el pensar, a opinar, al actuar, al decidir.
2.- Estamos en un contexto en el que lo comunicacional fluye de manera expedita por diferentes canales. A solo un “clic” de distancia.
Ante esto, les animo a pensar y reflexionar en cuanto al cuidado que debemos tener al trasmitir o re-transmitir información.
3.- Estamos retornando a una normalidad, que – entre otras cosas- nos ha estado exigiendo un espacio cuidado, protegido, cálido y humano en torno al convivir. Elemento debilitado, por ejemplo, por el confinamiento y los tiempos separados del otro.
Aquí, querido equipo, les pido que sigamos hilvanando puntada tras puntada, el gran tejido colectivo que hay detrás del buen vivir.
Estoy seguro que lo antes escrito será así, por dos cosas:
La primera, por la hermosa promesa “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”1
Y la segunda, especialmente emocionante por lo demás, Porque ustedes son las y los mejores, porque su ejercicio nos llena de orgullo y satisfacción, porque – aunque seamos diferentes – conservamos, vamos y apuntamos hacia el mismo destino. Y en este punto, el cuidado del CADEC (léase con la mayor amplitud posible), estoy seguro será algo prioritario.
Querido CADEC, que esta semana podamos sentir el toque del Maestro en nuestro vivir.
Félix E. Jara Retamal
Director
Colegio Adventista de Concepción